los enemigos de la creatividad: vídeo intro:
La neurociencia nos indica que el cerebro humano está diseñado para ser creativo. Ante cualquier inconveniente , cambio o problema estamos construidos para adaptarnos, buscando rápidamente conexiones que nos permitan una solución para cada atolladero de la experiencia cotidiana.
Pero también queremos ser creativos en contextos determinados, sin que las circunstancias nos obliguen a ello: en nuestros proyectos, trabajo o tareas cotidianas, emprendimientos e ideas, la creatividad es un bien escaso que puede hacer que marquemos la diferencia.
La creatividad es una actitud ante la vida
1. Inseguridad:
Es uno de los factores más grandes que puedan existir para bloquear el pensamiento. Un cerebro inseguro estará constantemente preguntándose si sus ideas serán aprobadas o cuestionadas. ¿Para qué proponer si al final no me harán caso?
La inseguridad puede ser alimentada desde nuestra niñez. Limita nuestro pensamiento frenando su capacidad de aportación, prefiere ocultarse y pasar desapercibido. ¿Eres de las personas que en una conversación, o una clase, o una conferencia, no participan? ¿Levantar la mano te cuesta un verdadero trabajo? La timidez es la mejor amiga de la inseguridad. Desafortunadamente, estamos cediendo el paso a que alguien se adelante y se coma el pastel completo, convirtiendo la primer pregunta en un nuevo cuestionamiento: ¿Para qué hacer si alguien lo hará mejor?
2. Miedo
El miedo es aliado de la inseguridad. Es su alimento. Es importante detectar el miedo y saberlo canalizar. Después de todo, quien no arriesga no gana.
¿Tienes una gran idea pero piensas en su imposibilidad para resolverla? ¿Es tan grande que se te saldrá de las manos? ¿Es poco probable que alguien la compre? ¿Qué van a pensar los demás ante una solución tan arriesgada?
Ojo: ese miedo no es a otra cosa que a nosotros mismos, porque nada de lo que tememos ha pasado, son meras especulaciones.
3. Soberbia
Nada más malo que sentirse más que los demás… y no demostrarlo. Comúnmente menospreciamos las ideas y talento de la gente que nos rodea o que vemos destacar en los medios. Noticias: eso no es más que envidia disfrazada.
Basta pensar en diversos escenarios: ese grupito de moda que arrastra multitudes pero que a nosotros no. Ese personaje cuyo nuevo programa está en boca de todos y que nos parece ridículo. El columnista o blogger que de ser nadie ahora está a punto de terminar su primer libro… Todos aceptables o criticables, pero, si aún no trascendemos, ¿realmente estamos en una postura para criticarlos?
No es necesario comulgar con la forma de pensar de todos, pero sí protagonizar nuestra propia historia. Si en una sesión de ideas hay una que todas aplauden, y a ti te parece ridícula, no te burles para tus adentros: propón una mejor en voz alta. (Y sin ofender por favor).
4. Intolerancia
Esta enemiga es aliada de la soberbia. “Mis ideas son las mejores, las de los otros no sólo son malas: a nadie pueden gustarle”. ¿Les suena familiar? Una mente cerrada a ideologías que no nos pertenecen o que no seguimos, es una mente que seguramente aportará mucho menos de lo que en realidad podría, pues quizá los bloqueos surjan a partir de una racionalización erronea de que una buena idea contraviene nuestros principios: religiosos, sexuales, políticos o deportivos.
No hace daño aportar para todos: el universo es muy grande y sin embargo a todos nos tocó sólo un planeta.
5. Pereza
Un escenario común dentro y fuera del mundo de la generación de ideas, es la gran acumulación de ganas de no hacer nada. Si bien es cierto que el descanso es necesario para permitir recargar energías cognitivas y motoras, prolongar esos momentos de relajación sólo están destinando al individuo al fracaso .
Dejarlo para después, pensar que generaremos tiempo destinado a otras actividades, no son más que bloqueos que nosotros nos ponemos desperdiciando tiempo valioso que de nuevo, puede traducirse en que alguien se nos adelante, o que esa idea permanezca oculta para siempre.
6. Conformismo
¿Cuántas veces no hemos dicho “con esto es suficiente”? Y al momento de exponer nuestras ideas, nos encontramos con otras que nos rebasaron y superaron por mucho.
El mundo es exigente. La vida en sociedad requiere del trabajo constante del cerebro, de la explotación al máximo del mismo. Los grandes genios no se quedaron quietos con la primer versión de lo que pensaron: buscaron la perfección, el funcionamiento brillante, la estética perfecta, la calidad total.
Si llega una buena idea, es un diamante en bruto: hay que pulirla.
7. Plagio
La mediocridad hace su aparición en una de sus formas más deleznables. Además de ser un delito, es una salida falsa a una aportación que nos aferramos a que es la adecuada para nuestros objetivos, cuando sabemos que pertenece a otra persona: no puede leerse como inspiración o referencia. Copiar es eso: copiar.
Una idea plagiada va contra cualquier principio ético y moral de aquel que se presuma ser creativo. El riesgo al descubrimiento puede volverse estrenaste, así como catastrófico el resultado si la evidencia de nuestro ilícito queda al descubierto. Mejor, simplemente, evitémoslo.
¿Hasta dónde podríamos llegar de vencer a estos enemigos? El hubiera no existe. Es imposible conocer los resultados de algo que no emprendemos. La importancia de conocer esos límites radica en el hecho de descubrir que alguno nos está bloqueando y darle la vuelta. Al final, la trascendencia de nuestras ideas sólo pasará más allá de nuestra mente con el impulso que le demos cada uno de nosotros.